viernes, 9 de julio de 2010

LEVANTE-EMV. Un metro llamado tragedia

Enrique Herreras

En los últimos años he echado en falta en la escritura dramática una mayor contaminación con la realidad social y política del momento. Por ello me ha parecido una gran iniciativa que 41 profesionales valencianos (autores, actores, directores) se hayan lanzado a ofrecer una mirada teatral alrededor del accidente de la línea 1 del metro acontecido hace cuatro años, el más grave en la historia del suburbano español, con 43 muertos y 47 heridos. La cuestión era abordar la tragedia desde la perspectiva de las responsabilidades colectivas, principalmente las de la clase política.


El resultado es un espectáculo emotivo, y paródico a la vez, compuesto por 14 escenas que tratan múltiples perspectivas relacionadas con la situación social y política de nuestra Comunidad. Puede que en algunos momentos faltase un punto de mayor precisión en la dirección escénica, pero el conjunto se mostró efectivo (interpretación incluida) y, en general, brillante e ingenioso. Ahí está la Valencia de los eventos que decoran todo un mundo de problemas subterráneos, o ese Canal 9 para el que nunca existió esta tragedia. Magnífica la escena en que la reportera da unas noticias inimaginables, que hablan de humanidad y de dimisiones. El momento en que las noticias de los diversos medios de comunicación son cortadas de tajo en sus conclusiones fue un cuadro turbador, así como el de la turista y el conductor de metro. Y de muy perspicaz podemos valorar la idea de comparar lo que cuestan los diversos regalos de la trama Gürtel y un sistema de seguridad para el metro. Por no hablar de la confirmación de que El Bigotes puede ser el nombre de un buen personaje (en este caso hay que seguir insistiendo).


No obstante, la escena de mayor prestancia teatral fue la de la conversación entre un tal Paco y la farmacéutica. Tiene lugar un día antes de ser recibidos por el Papa. Nos recordó un tono valleinclanesco en el modo de trazar los personajes. Buen expresionismo, notable prosa, diálogos ungidos de colosal teatralidad, y mordaces ideas, como la del intento de que el libro de averías del metro acabe en los bajos fondos del Vaticano.

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