ZERO RESPONSABLES, Creación colectiva.- Sala Matilde Salvador
Como en los últimos años de la Dictadura, como en los tiempos de la Transición, la familia teatral, con los actores a la cabeza, ha tomado la iniciativa de enfrentar y denunciar al Poder. No hablo del conjunto de España, sino de esta Comunidad, marcada por abusos, censuras, despilfarros y corruptelas, cuyo gobierno, amparado por su mayoría absoluta y por la ineficacia y debilidad de su oposición, se siente legitimado para cometer cualquier tipo de excesos.
Razones no les faltan a los miembros de la farándula para estar molestos, y hasta cabreados, con la forma de actuar de nuestros gobernantes. Pero ahora no se trata de reivindicaciones gremiales, sino de un posicionamiento ético que ha tenido como motor el escandaloso ninguneo que nuestros eximios gobernantes han practicado con las víctimas y familiares del más terrible accidente de Metro habido en Europa, en la estación de Jesús, hace cuatro años, coincidiendo con la visita del Papa. Ése fue el punto de partida para la elaboración de un espectáculo singular por su confección y por sus resultados estéticos. Así, 41 personas (intérpretes, técnicos, productores, autores, directores...), de manera voluntaria y gratuita, sin cobrar por su trabajo (más bien lo contrario: pagando por ello), escondiendo sus egos en el colectivo (el vistoso y acertado programa de mano, en forma de plano de metro, recoge sus nombres sin distinciones) han puesto en escena un conjunto de textos de desigual factura y alcance, pero perfectamente armonizados. No hay precedentes en España de lo sucedido estos días en Valencia. Habría que compararlo con aquel mítico Teatro Abierto que le plantó cara a la Dictadura argentina en los años 80 del pasado siglo. Aquello, desde luego, no provocó la caída del régimen, pero con sus secuelas y acompañamientos (Danza Abierta, Folclore Abierto, Rock Abierto...) contribuyó a ello al despertar la conciencia social de un gran número de personas. Como es natural, el fenómeno sentó muy mal a los militares: misteriosamente unos días después de iniciado el ciclo Teatro Acierto, la sala que lo acogía fue pasto de las llamas. Aquí parece que nuestros gobernantes también están de los nervios, pero tienen maneras más ligeras y sutiles de mostrar su descontento (presiones y represiones).
Cuento una anécdota. Hace años, en el Teatro Romano de Sagunto, estaba contemplando una obra junto a un notable dramaturgo local. Antes de comenzar la función hubo un remolino de fotógrafos en torno a la señora consellera de turno. Yo pensé para mis adentros: ¿quién era el ministro de Gobernación que sacaba Valle-Inclán en Luces de bohemia? Me giré y le dije: ¿sabes qué, Paco?, dentro de unos años nadie sabrá cómo se llamaba esa señora, pero a ti te van a estudiar en el Bachillerato.
¡Qué grande es el teatro!
El blog molt xulo! Cuando leí la crítica de Nel me pareció acertadísimo el final: nadie se acordará de estos gestores, pero seguro que recordarán a muchos de estos dramaturgos.
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